Menores extranjeros en el centro de Hortaleza: No nos gusta vivir aquí

Mohamed (nombre ficticio, menor extranjero no acompañado.
Cuando Hassan cruzo la frontera y piso la Peninsula, se le coloco una etiqueta de la que no podra desprenderse hasta los 18: Menor Extranjero No Acompañado (Mena. No es el unico. Bajo ese acronimo convivian el pasado septiembre en España cerca de 12.000 chavales, una cifra que se queda obsoleta cada fin de semana con la llegada de una nueva patera.
El viaje comienza en sus paises de origen (Marruecos, Argelia, Senegal..., donde dicen adios a sus familias para huir de la guerra o la pobreza, y se trunca cuando ponen un pie en España, porque el futuro que buscaban no se ajusta a la realidad. Llegan indocumentados y la maquinaria administrativa se activa al segundo:Policia, Fiscalia... El protocolo manda y cuando los resultados de las pruebas confirman la edad se envia a los menores a centros de primera acogida, donde son hacinados, segun denuncian desde hace meses oeneges y trabajadores de centros de todo este medio.
Asi es precisamente como vive Hassan, que espera junto a 10 amigos mas en un parque proximo al madrileño centro de Hortaleza, en el que viven 140 chicos en un recinto habilitado para 35. Tiene ganas de contar su historia, pese a no dominar el castellano. "Trabajo" es la palabra que mejor pronuncia porque con ese proposito vino a España. De los menores que cruzaron sin familia el Estrecho se ha dicho de todo: que esnifan pegamento, que vagan sin rumbo por los parques y que atracan. Ahora la grabadora apunta directamente a ellos.
"Me imaginaba el centro de Hortaleza de otra forma. Pensaba que era un centro muy bueno, ahora no", explica este joven de 17 años natural de Tanger, donde se dedicaba a confeccionar camisetas por una miseria. La pobreza le empujo hace 6 meses a despedirse de su madre y de su hermano y a poner rumbo a un pais que creia lleno de oportunidades. "Éramos muy pobres", asegura. Ahora, sin embargo, no vive mucho mejor. "En Marruecos veiamos un video en YouTube en el que salian niños diciendo que tenian paga, ropa, zapatillas... Yo tengo la suerte de dormir en una cama, pero dos amigos duermen en el suelo de los pasillos con una manta y pasamos frio". El resto asiente y respalda sus palabras. "Hay muchos problemas".
Mientras habla, uno de los chicos que le acompaña camina en chanclas en pleno mes de noviembre. Sufrio un robo la noche anterior mientras dormia. "Ladron de zapatilla", le llaman. Los educadores confirman el hurto, al parecer esta a la orden del dia. "Se roban entre ellos", detallan los trabajadores, quienes situan el foco de los problemas en un grupo muy reducido de chavales. "De todos los chicos que tenemos, 130 son un amor, pero los otros diez son conflictivos. Es indignante que acosador y acosado vivan en el mismo sitio. Muchos se van por la mañana y no vuelven hasta la noche. ¿Que les vamos a decir si les pegan? Yo lo entiendo", denuncian.
Fuentes policiales sostienen que el indice de criminalidad ha subido "de forma muy moderada" en los distritos que cuentan con centros como estos. "No hay alerta policial porque se detiene siempre a los mismos, hablamos de reincidencia. Los hechos que cometen con mayor frecuencia son robos con violencia (moviles en su mayoria y sirlas (amenazas con navaja. Normalmente desarman los telefonos para venderlos por piezas o los cambian por pegamento". Y es que una minoria se ha engachado a los disolventes: son faciles de conseguir.
Los que delinquen lo hacen para conseguir el dinero al que no tienen acceso, mientras que el abono transporte lo racionalizan los educadores. "El problema es que se relacionan con otros chavales que si son verdaderamente delincuentes. Ahi aprenden el modus operandi. Se meten en ese mundo de delincuencia y es muy dificil salir porque tienen cierto poder adquisitivo aunque sea moderado", añaden fuentes de la Policia, que señalan que son una minoria.
Hassan y sus amigos aseguran que no han robado nunca. Su unica obsesion es conseguir un trabajo. Por eso vinieron a España. "Yo pague 400 euros por montar en patera", detalla el primero. "Yo 4.000", presume el mas pequeño del grupo. Todos desembolsaron grandes cantidades para llegar a Andalucia, aunque tenian claro que querian empezar su nueva vida en Madrid. El viaje por el Atlantico de Hassan, junto a otros 20 chicos, acabo 12 horas despues en Tarifa. "No tuve miedo, iba con mas gente", se enorgullece. Pero la realidad es que no fue facil. Una vez alli empezo la odisea: de Tarifa a Granada y de ahi en autobus hasta Madrid. Lleva 3 meses viviendo en Hortaleza.
Esta entrevista es lo mas interesante de su tarde y posiblemente de toda la semana. Tal es la saturacion del centro que los recien llegados no pueden asistir a clase por falta de espacio. "Intenamos buscarles cursos fuera para que se mantengan ocupados. No quieren estudiar, de hecho se cabrean si les derivas al instituto. Quieren trabajar. La mayoria quieren ser cocineros, jardineros o carpinteros", comentan los educadores.
Al final sus dias pasan entre el parque y esas cuatro paredes que se han convertido en su nuevo hogar. "Para nosotros que somos nuevos no hay clase, solo para los antiguos. Nos levantamos, comemos y al parque". Y asi hasta que cumplan 18, cuando empieza su verdadera desproteccion. ¿Que pasara entonces? "Tras muy poco tiempo ya tienen que abandonar los centros por haber cumplido la mayoria de edad y se encuentran sin ningun apoyo o recurso para la emancipacion", comenta Jennifer Zuppiroli, de Save The Children. "No da tiempo a tramitar sus papeles".
El unico deseo de Hassan, que esta a la espera de empezar un curso de reparacion de ordenadores, es conseguir un trabajo porque sabe que su situacion a los 18 empeorara: "De lo que sea, quiero trabajar de cualquier cosa para poder ayudar a mi familia". Esas ganas las comparten todos. Tambien, que no les gusta "vivir asi".