España regresa al paraíso
Un himno al fútbol más recreativo sellado en una noche gloriosa en Berlín por Nico Williams y Oyarzabal, goleadores para la eternidad. España, esa España mancomunada y diversa en la que no hubo quien perdiera el paso, supo gestionar un partido engorroso de entrada, frente a una Inglaterra hermética. Pero esta Roja no padece mal de altura y despegó cuando cogió vuelo con Nico, Lamine y Olmo. Siempre bien arropados por el resto de colegas, hasta que Palmer, en el único momento de apretón inglés, certificó un empate invalidado por Oyarzabal. Inglaterra sigue con una abstinencia de 58 años.
Una Inglaterra rigurosa
El primer acto transcurrió sin otro aviso en alguna de las áreas que un remate final de Foden que interceptó Unai. De Pickford, el meta inglés, solo había noticias por su recurrente juego en largo. Lamine, inopinadamente timorato tras perder los primeros asaltos con Shaw. Y Nico más agitador, pero con fogueo. Nico y Lamine, Lamine y Nico, estaban por llegar. Llegaron al torneo alemán como novilleros y se fueron con todas las puertas abiertas.
Mientras el ariete del Bayern rumiaba su mal fario, Pickford fue exigido por Lamine, que, como Nico y Olmo, ya eran esos jugadores expansivos que han lanzado a la Roja. Pero quedaba el descabello. No llegó y se dio un cambio de agujas. Inglaterra se sostuvo hasta que, sin otro remedio, sus jugadores más desequilibrantes por fin hicieron prevalecer lo que valen, se liberaron de las fajas de su seleccionador. Saka, Bellingham y el arrinconado Palmer tocaron los tambores. En un desajuste español, Bellingham asistió a Palmer, que ajustó en la red de Unai un disparo seco. Un azote para la Roja, forzada de nuevo a remar con entereza ante un adversario con distinto colmillo. Nacho tuvo que sustituir al renqueante Le Normand poco antes de que otra vez Pickford frustrara a Lamine. Nada pudo hacer ante la estampa del 2-1.
Olmo enchufó a Oyarzabal, que descargó la pelota hacia el costado de Cucurella. El lateral le devolvió el hilo y el vasco desgarró a Inglaterra. A España le quedaba apretar la mandíbula. Y bien que lo hizo cuando Unai rechazó un cabezazo de Rice y el posterior de Guéhi lo rebañó Olmo bajo el larguero. Un soplido de alivio sentido en toda España. Una España de regreso al paraíso del que se descolgó a partir de 2012. Y que no figuraba en los mejores pronósticos. Quizá hubiera quien googleara para dar con algunos convocados. Hoy no hay quien no sea capaz de recitarlos de carrerilla. Otra España para siempre.