Muere Teresa Gimpera, un soplo de modernidad en pleno franquismo
Gimpera no trabajó con los directores más representativos, Pere Portabella, Joaquim Jordà o Jacinto Esteva. Lo hizo con los que podemos considerar compañeros de viaje de aquel movimiento. Sobre todo con Vicente Aranda, para quien protagonizó dos de sus más atrevidas cintas, ‘Fata Morgana’ (1966), un relato distópico ambientado en una Barcelona desierta, y ‘Las crueles’ (1969), un ‘thriller’ oscuro y absorbente. En los guiones y argumentos de estas dos películas participó el novelista y cineasta Gonzalo Suárez, otro de los compañeros de viaje, quien dio papeles importantes a Gimpera en las experimentales ‘El extraño caso del doctor Fausto’ (1969) y ‘Aoom’ (1970), una curiosa mezcla genérica coprotagonizada con Lex Barker.
Siguió muy activa hasta finales de los 90, participando en títulos influyentes como ‘Vida conyugal sana’ (1974), y retomando después el pulso en el cine catalán con ‘La ciudad quemada’ (1976), de Antoni Ribas, y la sobresaliente ‘La muerte del escorpión’ (1976), de Gonzalo Herralde. Fue una presencia destacada en la Transición democrática, apareciendo en varias portadas de ‘Fotogramas’, cuando entonces medio desnudarse para las sesiones fotográficas de la revista era un acto de libertad y reivindicación tras la larga noche franquista.
‘La guerra de papá’ (1977) fue otro de sus hitos. Se reencontró con Grau en ‘Cartas de amor de una monja’ (1978) y ‘El extranger-oh! de la calle Cruz del Sur’ (1987), manifiesto tardío de la Escuela de Barcelona, pues junto a José Sacristán aparecen Gimpera, Vergano y Cohen. A partir del 2000 espació más sus trabajos –el filme de terror ‘El segundo nombre’, las series ‘El cor de la ciutat’ y ‘De moda’– y creó Gimpera Models, una importante agencia de actores y modelos. Ha sido definida de forma muy certera por Ramón de España como ‘nuestra it girl’, en alusión a la joven atractiva, moderna e influyente que popularizó la actriz Clara Bow en el cine mudo.