Mathias Enard publica ‘Desertar’: ‘La literatura sirve para compensar las imágenes de los informativos fríos y terribles’
Lo que encierra ‘Desertar‘ (Random House / Empúries), la última novela del escritor francés Mathias Enard -arabista, goncourt, barcelonés de adopción- es un milagro. ¿Cómo se pueden reducir los grandes conflictos del siglo XX a poco más de 200 páginas? Vale, reducir no es la palabra adecuada porque rara vez tan poca extensión tuvo tanta hondura. Enard, que hace apenas unos meses está viviendo en las afueras de Berlín, un lugar idílico que enseña en las fotos de su móvil, ha creado una novela que en realidad son dos. En la primera, en un lugar y época innominadas (aunque se deduce que es el Mediterráneo), en primerísimo primer plano un desertor cubierto de mugre y sangre reseca se encuentra con una refugiada en fuga. La segunda, mucho más cosmopolita y sutil, está dibujada como una gran panorámica histórica: la hija de un insigne matemático que decidió vivir en la RDA tras la guerra evoca la amorosa relación sus padres aunque la madre prefirió situarse en el lado contrario y llegó a ser colaboradora de Willy Brandt. Ahora que la guerra, las guerras, han vuelto a nuestros informativos, bueno será leer esta parábola antibelicista que nos interpela con brillantez.
Usted vivió hace años en Berlín y ha regresado allí hace muy poco. ¿Esta novela nace de esa experiencia?
Nace de un momento muy concreto. Hace años me dieron un premio importante en Alemania y la entrega se realizaba en Weimar. El día antes organizaron una cena de gala en el pequeño castillo de Ettersburg, un pabellón de caza donde Schiller había escrito ‘María Estuardo’. Allí uno de los asistentes, que había sido presidente del Bundestag me contó que la última vez que había estado allí fue en el 2005 con Jorge Semprún, con motivo del 60 aniversario del campo de concentración de Buchenwald, que se encontraba a poco más de media hora de allí a pie. Mi sorpresa fue enorme, sabía que Buchenwald estaba en Weimar pero me era muy difícil relacionar aquel pequeño castillo tan encantador, con su cuidado jardín, situado en las colinas más hermosas del mundo con el campo de concentración.