Los tres Barças de Nápoles que no hacen uno entero
Hubo un Barça hasta el minuto 60, cuando marcó Robert Lewandowski. Hubo otro Barça hasta el 75, con el empate de Victor Osimhen. Y se vio otro Barça hasta el final del partido. Tres Barças distintos que acabaron malogrando la notable imagen del equipo, más allá de que el 1-1 ensombreció el porvenir de la eliminatoria, remitiéndola al desenlace definitivo la noche del 12 de marzo.
“El marcador no nos da la razón”, lamentó Xavi, a partir de la tesis de que el equipo, según su opinión, ha mejorado con el anuncio de su marcha. Pero el marcador sí le da la razón en otro aspecto: corrobora la inconsistencia que ha exhibido el equipo durante toda la temporada, incapaz de completar un partido redondo gestionando a su antojo el guion. Si lo hizo, fue excepcional. Y en Nápoles continuó la tendencia de la escasa fiabilidad del Barça ante un rival peor.
El primero dominador
Empezó un Barça dominador que supo someter a un Nápoles desorientado y más inestable que el equipo de Xavi, con un entrenador nuevo, Francesco Calzona, que seguramente no tuvo tiempo de aprender todos los nombres de sus jugadores.
El protagonismo lo adquirió De Jong con sus pases y son conducciones y Andreas Christiansen quedó orillado. Más orillado que en el primer tiempo. El doble pivote es un mecanismo nuevo tras la marcha de Busquets y se ha perdido un eslabón en la cadena de pases, sobre todo por delante del balón.