Talking Heads: “Nuestros agentes pensaban que España era como el salvaje Oeste”
El anuncio del estreno de este remozado ‘Stop making sense’, cuya ‘première’ tuvo lugar el pasado septiembre en el Festival de Cine de Toronto, vino acompañado de una noticia bastante más inesperada: los cuatro Talking Heads originales –David Byrne, Chris Frantz, Jerry Harrison y Tina Weymouth– accedieron a promocionar juntos la película después de años de distanciamiento, requerimientos legales y acusaciones mutuas. La aparente reconciliación ha abierto la veda de las especulaciones en torno a una posible reunión del grupo, cuya disolución fue decretada de forma unilateral por Byrne en 1991. “La película nos ha dado la satisfacción de juntarnos de nuevo -explica Jerry Harrison-. Desde que empezamos con la promoción, nos preguntan mucho sobre si puede haber otra gira de Talking Heads, pero ahora mismo estamos concentrados en ‘Stop making sense’ y en la reedición de nuestro catálogo”. “Una manera de decirlo es que estamos dando pasos de bebé -apunta Chris Frantz-. Hacer una gira sería dar un paso de gigante. Yo estoy muy feliz de dar pasos de bebé por ahora. Quién sabe qué puede pasar en el futuro”.
Una persona “muy extraña”
Los cuatro músicos responden en esta ocasión a las preguntas de EL PERIÓDICO en un chat de Zoom desde lugares diferentes (excepto Frantz y Weymouth, que se casaron en 1977 y hoy siguen heroicamente juntos), pero sus afectuosas interacciones parecen sugerir que los antagonismos de antaño han quedado más o menos enterrados. Tal vez tengan algo que ver con eso los cambios que David Byrne admite haber experimentado desde los tiempos en que asumió el liderazgo de la banda de una manera más bien poco empática: “Cuando me vi por primera vez en la pantalla [en la nueva versión de ‘Stop making sense’], pensé: ‘Esta persona es muy extraña. Es alguien muy ensimismado’. Hace varios años que dejé de ser esa persona”.
Minimalismo y personalidad
También el trabajo de cámara y el montaje muestran una gran personalidad, al alejarse de esa estética de videoclip de planos cortos y rápidos que en aquellos días imponía el auge de la cadena MTV. “Creo que Jonathan Demme era muy consciente de eso y no quería ir por ahí -comenta Byrne-. Él quería dejar que el público viera al grupo y lo que pasaba sobre el escenario”. “Una de las corrientes que en aquel tiempo dominaban la escena artística de Nueva York era el minimalismo -recuerda Harrison-. Y nosotros, especialmente en nuestros espectáculos, éramos muy minimalistas. No hacíamos nunca nada especialmente extraordinario, porque pensábamos que podíamos mantener el interés del público con nuestras personalidades y el modo en que interactuábamos en escena. La película no intenta distraerte de los músicos; al contrario, hace que veas y sientas en todo momento a la gente que hay en el escenario”.