Garriga Vela y Vila-Matas, una charla cómplice entre viejos amigos: “Todo ocurre en Muntaner 38”
Garriga Vela, es sabido, se dio a conocer en 1996 con una novela triste, tristísima, ‘Muntaner 38′ que removió el panorama literario barcelonés tras ser saludada por Manuel Vázquez Montalbán, Juan Marsé –“nunca una ficción literaria me ha parecido tan veraz, tan convincente, tan esencial e imaginativa…”, le escribió en una carta-, Eduardo Mendoza y Joan de Sagarra -que el martes estaba entre el público-. Vila-Matas, que también formó parte del grupo de ojeadores, es hoy uno de los pocos amigos del robinson Garriga Vela con quienes habla por teléfono varias veces al mes.
Cayeron en la cuenta los escritores amigos de extrañas coincidencias. Si las conocían lo disimularon bien. Que habían nacido uno muy cerca del otro, por ejemplo. Vila-Matas, en una clínica inexistente hoy en Muntaner y Garriga Vela, en la dirección que dio título a su novela, en cuyos bajos su padre trabajaba de sastre. “Tú es que eras más moderno -espetó a Vila-Matas-, yo nací en casa, como mis hermanas”. Ese edificio albergó también el primer Cau Ferrat antes de que se trasladara a Sitges -una placa lo recuerda- y frente a él mataron a los hermanos Badia, pero esas son ya otras historias. “Todo ocurre en Muntaner 38”, se admiraron. También apreciaron que ambos se hubieran obsesionado literariamente por personas desconocidas y misteriosas que esperaban horas y horas en un lugar concreto.