Cómo el crimen de Alcàsser y la narrativa del terror sexual de los 90 marcó a varias generaciones
“Me preguntaba si esas niñas iban a conocer una España igual o diferente y, aunque es cierto que era mi experiencia y mi trauma, cuando empecé a abordarlo en la obra no lo entendí como un suceso aislado, sino como algo que estaba sucediendo en los primeros años de la década y me di cuenta, como dice Walter Benjamin, de que las muertas todavía no estaban a salvo, que había algo por la memoria de esas muertas que todavía no se había hecho”, dice Velasco. “También entendí que si eso seguía tan presente para mí es porque había tenido una huella fundamental en mi manera de entender el peligro o las primeras experiencias sexuales, y cómo eso había estado muy presente a la hora de decantarme entre el miedo y la libertad”.
N. B. Claro, porque no había perspectiva política. Era un crimen súper cruento que nos afectaba de una manera muy emocional, muy desde el cuerpo, y no había perspectiva política, no había un porqué. Es algo que acontece, que sucede y nos lo comemos. Y así también te comes toda la disciplina del terror sexual. A mí me costó hacer las entrevistas para el libro porque para mí suponía ponerme frente a una herida súper profunda mía y un relato súper impactante en mi vida. Las primeras veces que bajaba a Alcàsser tenía esta cosa de, oh, voy a ir a Alcàsser. Y hablándolo con la gente de allí me decían, “pero ¿a ti qué te da miedo?”. Ahí está la potencialidad de la representación y del trauma. Tú dices Alcàsser y es la palabra que encauza el dolor, por eso no lo hablamos.
M. V. Una de las actrices de la obra se está leyendo tu libro y me decía que para ella está teniendo un efecto sanador porque justamente teníamos interiorizado ese terror de una forma muy inconsciente. Yo no sabía que me habían calado tanto determinadas imágenes de la época, y gracias a tu ensayo tuve la capacidad de recordar, de hacer como un déjà vu de crónicas en la prensa local sobre el caso de Laura Domingo que me habían hecho mucho daño. En una de ellas, y aparece citada en la obra, se romantizaba muchísimo la escena del crimen y se decía que había podido ser fruto de alguien enamorado espiritualmente de la niña… Y también lo que la prensa dijo de las niñas que desaparecieron por las mismas fechas en Aguilar de Campoo, que pusieron el acento en las conductas reprobables de las niñas, que eran conductas que nosotras, como prepúberes, empezábamos a anhelar y a desear. Entonces, cosas que yo había abordado de una manera mucho más personal, tu ensayo me ayudó a politizarlas, y me ayudó, sobre todo, a poder desentrañar este tipo de narrativas. Cuando lo incomprensible se vuelve más accesible, lo puedes nombrar. Esa es la maravilla del glosario que ha creado Nerea, y lo dice también Cristina Rivera Garza: qué suerte cuando tuvimos la palabra feminicidio para tipificar ciertas cosas, ¿no? Porque es el nombre lo que crea muchas veces la categoría, una conciencia colectiva y una conciencia política.
N. B. Alcàsser no deja de suceder. Alcàsser ya sucedía antes de Alcàsser y se perpetúa y continúa porque no hace falta que tengamos uno todos los años para que contemos las narrativas sobre el peligro sexual de la misma manera. O sea, cada generación tiene su narrativa. Nosotras estuvimos impactadas por Alcàsser, pero hay muchas mujeres adolescentes impactadas por el relato de Marta del Castillo, Rocío Wanninkhof, Sonia Carabantes o Diana Quer. Porque lo que tienen en común todos los relatos es dónde ubican el foco, y va a ser siempre en cuál es la responsabilidad o cuáles son los elementos transgresores que hemos hecho y no deberíamos haber hecho, el motivo por el que nos han asesinado y por el que a nivel conceptual hemos podido llegar a consentir ser asesinadas. Es perverso y la continuidad es clara. Lo que me parece increíble es que adolescentes que no han vivido Alcàsser se traguen el documental de Netflix y contacten con el terror sexual a través de aquello. Fíjate si sigue viva la continuidad. Es muy fácil… Lo difícil es deconstruirlo. Lo difícil es decirte no tengas miedo por la calle cuando vuelves de fiesta porque es un derecho tuyo, legítimo, y no puedes renunciar a él bajo ningún concepto. Alcàsser sigue sucediendo, no deja de suceder y va a continuar sucediendo, a menos que hagamos algo.
Ha habido avances desde el 92 y hoy la conversación feminista está en los medios y en la sociedad
Tampoco la estructura…
M.V. Yo creo que sí que tenemos más herramientas de codificación y análisis, pero no sé si están al alcance de todo el mundo. Lo digo, sobre todo, porque el entorno en el que yo estoy es el de la ficción, que siempre se fabrica a partir de la realidad, y (me pregunto) cuánto renovamos los géneros y las estructuras narrativas. Y desde ahí a veces digo, uf, qué anquilosamiento, cómo siguen pudiéndonos las viejas narrativas a un nivel que parece que es estético, pero es que lo estético también es ideológico.
N. B. Hay dos cosas que se han tambaleado. Una es la impunidad, que sí que se ha tocado con esta nueva aparición de discurso. Y también hay una crisis muy importante de la masculinidad, que se siente súper atacada. Creo que esas dos cosas son importantes. Y pienso que como feministas tenemos que estar fuertes y mantenernos, y no empezar quizás con los discursos más blandos de pobrecitos, hay que ayudarles a comprender… Comprenden perfectamente. Y, de hecho, comprenden tan bien que cuando se les exige por su parte ciertos privilegios, responden con más violencia.