El pulso de los banquillos: Cuando ‘Pelopo’ se impuso a ‘Lucho’ en París
¿Ocurrió algo? Sí y no. Sí porque se debatía sobre el patrimonio del Barça. Y no porque Luis Enrique solo quiso reinvidicarse en la sala de prensa antes de lanzar un par de puñetazos ficticios en el interior del estadio. Lo hizo segundos antes de apretujar a su colega, que fue en su día compañero, luego jugador suyo (2014-2017) y ahora rival del banquillo (2024).
Apostó el técnico azulgrana por jugadores creativos (João Félix y Pedri), que tuvieron recompensa inmediata con la asistencia del canario a Raphinha para el 2-2. Cambios de Xavi que cambiaron, y de verdad, y para bien al Barça. Sacó a Ferran Torres y Christensen (m. 76) y un minuto más tarde el 2-3 a balón parado. Córner sacado por Gündogan y cabezazo del danés para el 2-3.
Terminado el encuentro, con los jugadores azulgranas dirigiéndose al rincón del Parque de los Príncipes donde habitaron 2.100 culés, el técnico se abrazó con Luis Enrique. El segundo abrazo de una noche en la que Joan Laporta desde el palco exteriorizaba su enorme alegría atisbando la semifinal de la Champions. Y, además, defendió, pese a esos dos goles encajados en tres minutos, con equilibrio, cometiendo tan solo ocho faltas.
Perdió el Barça la posesión (se quedó con el 44%) y se quedó sin el balón, aunque tuvo la personalidad necesaria para reconstruirse de ese horrible inicio de la segunda mitad. Y dejó en París la gran huella europea que perseguía Xavi desde hace mucho tiempo.