El Gobierno, en vilo: Pedro Sánchez anuncia hoy su decisión con todos los escenarios abiertos
Sánchez defiende que en ese caso no hay nada punible, pero, sobre todo, considera que su familia es víctima de una persecución solo por ser él presidente del Gobierno. Lo cierto, sin embargo, es que en las últimas semanas las malas noticias se le han acumulado al líder socialista: desde el estallido del caso Koldo, que se llevó por delante al exministro de Transportes José Luis Ábalos, hasta la convocatoria electoral en Cataluña que llevó a Sánchez a renunciar a negociar los Presupuestos Generales del Estado de 2024 con sus socios, el Ejecutivo apenas ha tenido respiro.
De la dimisión a la cuestión de confianza
Las peticiones al presidente para que reconsidere su postura y se mantenga en el cargo han sido constantes desde el miércoles. Prueba de ello fue el Comité Federal del pasado sábado, en el que tanto los dirigentes del partido como los miles de militantes que llenaban las calles aledañas a la sede de Ferraz imploraron a Sánchez que no se marche, que “merece la pena” seguir. Pero lo cierto es que en la jornada del sábado también se vieron caras largas y gestos tensos entre los dirigentes socialistas porque la incertidumbre en que ha sumido Sánchez al partido es máxima. Nadie quiere pensar en la siguiente fase si decide marcharse, pero es algo que no descartan en absoluto.
La decisión del presidente es personalísima y las opciones son múltiples. La más evidente es también la más radical: la dimisión. Ante esa circunstancia, se abriría un ínterin en el que las riendas del país las asumiría provisionalmente la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, hasta que el Congreso eligiera un nuevo presidente, que ni siquiera tendría por qué ser diputado. Y sería ese nuevo mandatario quien tuviera que decidir los siguientes pasos.
Habida cuenta de que aún no ha transcurrido el plazo mínimo de un año que establece la ley entre cada disolución de las Cortes Generales, el nuevo presidente no podría convocar elecciones hasta finales de mayo, lo que supondría que el adelanto electoral tendría lugar en julio. Pero no es la única alternativa a contemplar, puesto que ese nuevo presidente del Gobierno también puede optar por agotar la legislatura: en el Congreso, sigue existiendo —salvo cambio de posición de alguno de los socios minoritarios— una mayoría entre progresistas, nacionalistas e independentistas, y el Ejecutivo podría seguir funcionando aún sin Sánchez.
Pero también cabe una segunda opción: que el presidente no dimita. En tal caso, Sánchez podría seguir en la Moncloa sin más, aunque lo cierto es que, políticamente, parece difícil pensar que el presidente pueda dejar atrás este impasse como si nada hubiera ocurrido. Una de las salidas podría ser una cuestión de confianza, un mecanismo contemplado en la Constitución pero utilizado muy pocas veces desde la reinstauración de la democracia por el cual Sánchez sometería su cargo a la votación del Congreso. Para salir indemne de esa votación, el presidente solo necesitaría reunir más votos a favor que en contra, con lo que su supervivencia política parece garantizada si se decide por esa opción.