Prostitutas, vírgenes vestales y empresarias cuentan la historia de las mujeres de la Antigua Roma
Poetas, prostitutas, vírgenes vestales, reinas, comerciantes, mártires… Anónimas y famosas, como la emperatriz Gala Placidia. Unas, dignas de las malvadas de ‘Juego de tronos’, otras virtuosas violadas. La británica Emma Southon, doctora en Historia Antigua por la Universidad de Birmingham, confeccionó una larga lista de 150 figuras femeninas que transitaron por la Antigua Roma y se quedó con las que protagonizan el ameno y desenfadado ‘Historia de Roma en 21 mujeres’ (Pasado & Presente).
De las 21, la autora de ‘Agripina’ y ‘Sangre en el Foro’ tiene una favorita: Julia Félix, una “astuta” empresaria, “una ‘motomami’” que vivió en Pompeya y que a tenor de un esqueleto probablemente murió por la erupción del Vesubio el 79 d.C. No pertenecía a la élite social pero prosperó económicamente creando y gestionando un reputado complejo comercial de ocio y restauración, que ocupaba una manzana de 6.000 m² e incluía baños públicos, jardines, restaurante, tiendas y hasta apartamentos. Estos, según una inscripción, los alquilaba en su nombre por cinco años, señal de que se abría al sector inmobiliario.
En la línea de su ‘podcast’ ‘History is sexy’, Southon echa mano de un lenguaje cercano, divertido y divulgativo plagado de referencias populares –de ‘Los Soprano’ a ‘La vida de Brian’ pasando por Pokémon- que apela al lector del siglo XXI. “Se puede identificar con los sentimientos de las personas de aquella época. Odiaban y se enamoraban igual”.
Investiga la autora el caso de la vestal Opia (483 a.C.), de la que poco se sabe. “Fue un chivo expiatorio, la culparon de que el mundo romano se estuviera yendo al traste porque decían que había perdido la virginidad (por tanto, era impura y mancillaba el fuego sagrado). Lo más probable es que fuera inocente, que tuviera unos 10 años y que el contacto sexual no fuera consentido sino que se tratara de abuso a una menor”. Fue condenada a ser enterrada viva. En otro caso, de final no tan trágico, juzgaron a una vestal porque “sus atuendos eran demasiado hermosos y hacía demasiadas bromas”.
Muchas se apuntaron al carro del cristianismo porque les permitía una actividad fuera de la familia y desarrollarse intelectualmente
Mención aparte merecen las que abrazaron el cristianismo. “Les dio a las mujeres una capacidad de acción que no tenían. Les permitió tener unos objetivos vitales y una actividad fuera de la familia. Muchas se apuntaron al carro porque era un camino para desarrollarse intelectualmente y participar en discusiones teológicas profundas hasta entonces reservadas a los hombres -revela Southon-. Hay que recordar que los filósofos romanos veían intelectualmente a las mujeres como niños”.
La malvada Tulia
Compara también a Lucrecia, “con la que nadie saldría de copas, algo que sí harías con la malvada y ambiciosa Tulia”, quien para llegar al poder se acostó con su cuñado y junto con él asesinó a su hermana y a su propio marido antes de dar un golpe de estado y acabar con su padre. La antítesis era la virtuosa y aristocrática Lucrecia, violada por un amigo del esposo, que se suicidó para que nadie dudara de su honor y resistencia. Retratada por Rembrandt, Botticelli o Ticiano, “era el modelo de bondad femenina doméstica, personifica la romanidad y que los valores romanos están por encima de la propia vida”.