Terry Hayes: ‘El mundo de Gaza y Ucrania hoy es mucho peor que el de ‘Mad Max”
“Si hoy vivieras en Ucrania o en Gaza estarías deseando vivir en el mundo de ‘Mad Max’, porque pese a que la saga va de la desintegración y el colapso del mundo sería bastante mejor que como están ellos ahora -asegura Terry Hayes, que fue guionista de las entregas 2 y 3 de la distópica saga futurista-. Nunca pensé que viviría para ver el derrumbe de tantas cosas que dábamos por sentadas”. El también novelista, que hace una década debutó con el exitoso ‘thriller’ geopolítico y de espías ‘Soy Pilgrim’, del que prepara una continuación, vuelve con esos mismos mimbres a recorrer los entresijos de espionaje y terrorismo islamista en el mundo actual en su segunda y ambiciosa novela, ‘El año de la langosta’ (Planeta / Columna), una trama que sus editores colocan entre John le Carré y ‘Homeland’.
En ‘El año de la langosta’, uno de los títulos más disputados en la pasada Feria del Libro de Fráncfort, el agente de la CIA Ridley Kane, especializado en misiones en Irán, Pakistán, Afganistán, Corea del Norte o Siria intenta evitar un atentado fundamentalista en Occidente y va tras los pasos del terrorista Abu Muslim Al-Tundra, excoronel de las fuerzas especiales rusas, uno de los fundadores del Estado Islámico y ahora líder de una de sus ramas, el Ejército de los Puros.
“Lo que ha creado Israel en Gaza son dos o tres generaciones de terroristas. Ha echado gasolina al fuego. Jamás había habido tal reclutamiento en el mundo árabe. Y la única razón que frena esa rabia es que la mayoría son estados policiales, autocráticos y represivos que no permiten la disidencia, como Arabia Saudí, que aún hace el juego a Estados Unidos y reprime esa furia. Pero que Dios nos ayude cuando esa furia explote -avisa-. Nunca habrá paz sin justicia. Pasó tras la Primera Guerra Mundial cuando los aliados castigaron a Alemania y 20 años después llegó una nueva gran guerra”.
“Hay cientos de terroristas inteligentes y ambiciosos que quieren la gloria y ahora mismo están tramando atentados”
“En ‘Soy Pilgrim’ ya lo decía, puedes matar al hombre, pero no la idea. El terrorismo islamista no va a acabar nunca. Los norteamericanos más simples pensaron que matando a Osama bin Laden ya estaba resuelto, pero cuando lo mataron él ya era irrelevante en el ecosistema terrorista. Es como querer ganar un Mundial de fútbol alineando a Pelé, que lleva 50 años sin tocar el balón. Bin Laden fue un trofeo, pero hoy hay cientos de terroristas muy inteligentes y ambiciosos que quieren la gloria y ahora mismo ya están tramando sus atentados -afirma Hayes-. Hasta que mucha gente de fe islámica se convenza de que hay justicia en el mundo utilizarán las armas que tengan a mano para conseguir sus propósitos. Para hacer chocar un avión contra una torre en Nueva York no hace falta tecnología puntera sino imaginación, algo que no tienen las agencias de inteligencia. En Occidente tenemos un concepto algo racista de lo que es un terrorista: lo imaginamos en una cueva de Afganistán frente a una hoguera con un AK-47. No somos capaces de reconocer lo creativos que son y lo bien organizados que están. Si infravaloramos al enemigo estamos condenados”, advierte antes de recordar lo fácil que es “recrear el virus de la viruela, cuya composición era uno de los secretos mejor guardados pero ahora cualquiera tiene acceso mirando en internet a su composición genética o puede comprar anónimamente ‘online’ genes o una máquina de secuenciación genómica y recibirlos por correo en casa”.
“A la gente no le interesa la verdad, es terrorífico que no dejen que los hechos interfieran en su visión del mundo”