Los incendios continúan arrasando España. Siete comunidades autónomas continuaban este jueves bajo el asedio de las llamas: Castilla y León, Extremadura, Galicia, Madrid, Andalucía, Asturias y el País Valencià. También este jueves murió en Zamora un voluntario, cuyo cuerpo fue abrasado en un 85%. Son ya siete las víctimas mortales de los incendios forestales en lo que va de año. De acuerdo con la información disponible en el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS), creado por la Comisión Europea, este 2025 han ardido ya 157.501 hectáreas (ha) en el Estado, lo que lo convierte ya en el tercer peor año en dos décadas, tan solo superado por 2012 y 2022.
De acuerdo con las estimaciones satelitales de EFFIS –que utiliza los sensores MODIS y VIIRS de la NASA–, disponibles desde el año 2006, el fuego calcinó 189.376 hectáreas en el año 2012, una cifra que hasta ahora solo ha superado el 2022, con 306.555 hectáreas arrasadas, el peor dato con diferencia de toda la serie histórica. Continúa en la memoria colectiva el incendio de la Sierra de la Culebra, en Zamora, como una de las mayores catástrofes de aquel virulento verano.
Mónica Parrilla, ingeniera forestal y portavoz de Greenpeace: «Llevamos tiempo alertando, pero vemos que se ha aprendido muy poco»
«Años como 2012, 2017 [que hasta ahora ocupaba el tercer puesto como peor año en cuanto a incendios] o 2022 tienen cifras dramáticas», valora a Público Mónica Parrilla, ingeniera forestal y portavoz de Greenpeace. «Llevamos tiempo alertando, no solo desde Greenpeace, sino desde el operativo y desde la ciencia, pero vemos que se ha aprendido muy poco», lamenta. La especialista recuerda que 54 entidades con diferentes sensibilidades lograron ponerse de acuerdo en el 2023 para sacar adelante un documento con las medidas que se deberían llevar a cabo contra los fuegos.
El documento salió tras los trágicos hechos que asolaron el año anterior. El MITECO sacó en agosto del mismo 2022 el Real Decreto-Ley 15/2022 con carácter urgente y, en septiembre, el Real Decreto-Ley 17/2022. Estas normas venían a modificar la legislación para mejorar la prevención,
extinción y restauración de los terrenos
afectados por incendios. En el año 2024 salió adelante la Ley 5/2024 de bomberos
forestales, que regulaba la profesión a nivel estatal en materia de formación, derechos laborales y coordinación
entre administraciones.
La cartera de Aagesen tiene pendiente aprobar el Real Decreto con el que se pretende establecer un marco común y
directrices para la elaboración de los planes
anuales para la prevención de incendios. Parrilla considera que esta norma es «urgente» para cohesionar todas las comunidades autónomas. El texto se encuentra actualmente en tramitación, pero fuentes ministeriales no han sabido concretar a este diario la fase en la que está ni cuándo se espera que salga adelante.
Un escenario de cero incendios, un escenario indeseable
En realidad, cabe destacar que ninguna medida plantea en términos realistas un futuro sin incendios en España. El fuego forma parte del ecosistema mediterráneo, por lo que su presencia es «natural» y no se puede pensar en «un escenario de cero incendios», explica a Público Cristina Santín, investigadora del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (IMIB), dependiente del CSIC. Sin embargo, las tendencias actuales rebasan lo que sería propio del clima ibérico. «La severidad y la extensión de los incendios forestales en los últimos años son ciertamente preocupantes», declara Fernando Ojeda, catedrático en el departamento de Biología de la Universidad de Cádiz.
De hecho, el problema se encuentra en la cantidad de Grandes Incendios Forestales (GIF), como se denomina a aquellos que superan las 500 hectáreas. Tanto Fernando Prieto, director del Observatorio de Sostenibilidad, como Mónica Colmena, técnica del programa de Bosques de WWF España, hacen hincapié en el peso cada vez mayor de esta clase de focos. Según los datos de EFFIS, que recoge los incendios superiores a aproximadamente 30 hectáreas, el número registrado hasta ahora en el 2025 es de 202, el más bajo desde 2018 –que tuvo un total de 91 focos–, pero ocupa ya el segundo lugar en cuanto a extensión en este período.
Colmena remarca que las tendencias actuales muestran cada vez un menor número de incendios y también de hectáreas quemadas, pero advierte: «La tendencia se está frenando«, y la misma podría revertirse. Prieto enfatiza que los datos actuales no son los peores de la serie histórica con la que cuenta el MITECO, y recuerda que en la segunda mitad del siglo XX estas cifras llegaron a ser sustancialmente mayores. No obstante, el director del Observatorio de Sostenibilidad subraya que, si no se hace nada al respecto, la orientación decreciente puede llegar a un punto de inflexión.
Menos incendios, pero cada vez más grandes
Según el informe oficial relativo al año 1985, el fuego arrasó 486.327 hectáreas. Se trata del peor año desde que existen registros, iniciados en 1961. Los años 1978, 1989 y 1994 son los únicos –junto a 1985– que superan las 400.000 hectáreas quemadas. El informe del MITECO disponible para 2022 solo cuenta la superficie forestal afectada, sin dar cuenta de otros tipos de suelo, e indica 267.946 hectáreas. Por su parte, EFFIS recuenta una superficie total afectada de 306.555 hectáreas ese mismo año.
Esta diferencia en la cifra no solo se debe a que pueda contar más tipos de suelo, sino también por la metodología –mientras que el sistema europeo utiliza sensores MODIS y VIIRS, el Gobierno de España elabora sus informes a partir de los partes de incendio recogidos–. En cualquier caso, tanto EFFIS como el MITECO destacan cómo los incendios son cada vez más grandes.
Con estos datos en mano, Parrilla se suma a las preocupaciones de Prieto y Colmena: «Efectivamente, la tendencia que tenemos se debe a los operativos de extinción, que son muy exitosos». La ingeniera forestal recuerda que la gran mayoría de focos en España se apagan cuando apenas están en fase de conato, es decir, cuando no llegan a una hectárea de extensión. La portavoz de Greenpeace señala que son pocos los incendios responsables de la mayor parte de la superficie quemada porque el fuego también ha evolucionado.
Un nuevo comportamiento del fuego
Los operativos de extinción hablan de «comportamientos erráticos», menciona Parrilla. «Se generan situaciones nuevas a las que no estamos acostumbrados». Diferentes voces han popularizado diferentes términos para dar cuenta de esta nueva realidad: se habla de megaincendios, incendios extremos o incendios de sexta generación. Según los define WWF en su informe Incendios fuera de control, estos últimos serían focos «de alta intensidad que alteran la estabilidad
atmosférica, generando pirocúmulos que pueden derivar en tormentas
de fuego». Además, pueden ser «explosivos, impredecibles e imposibles de
extinguir» llegados a ese punto.
También Mónica Colmena advierte de que «los incendios son cada vez más incontrolables y desbordan la capacidad de extinción«. Por su parte, el director de Ecología y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, Fernando Valladares destaca que, frente a estos fuegos, «los técnicos solo pueden poner en cierta seguridad a las personas e infraestructuras sensibles y esperar a que las condiciones se vuelvan más favorables».
Otras voces como Fernando Prieto recuerdan que el término «incendio de sexta generación» no es un concepto «que se haya mencionado en ninguna revista científica». No obstante, coincide con el resto de expertos al identificar que el comportamiento del fuego se está transformando. Y aunque reitera que en el siglo pasado las catástrofes llegaron a alcanzar cotas peores, advierte de la necesidad de hacer frente a una nueva realidad que amenaza con extender cada vez más las dimensiones de las llamas.
Mónica Parrilla, ingeniera forestal y portavoz de Greenpeace: «Tenemos un paisaje sin gestionar que es un auténtico polvorín»
Las razones por las que proliferan esta clase de incendios son multifactoriales. Cristina Santín explica que ha habido cambios en los usos del suelo, a razón de la despoblación rural. Este abandono ha traído cambios en el paisaje, que ahora cuenta con una masa forestal más continua, en contraposición al diseño de mosaico que otrora servía como cortafuegos. Además, si bien la crisis climática no origina como tal los incendios –en su mayoría de causa humana–, Parrilla subraya que sí los agrava: «Hay un aumento de superficie forestal que no está tratada, que encima sufre los impactos del cambio climático con olas de calor y con sequías. Tenemos un paisaje sin gestionar que es un auténtico polvorín».
Con este nuevo panorama, «no se pueden gestionar los incendios como se gestionaban hace 50 años, porque los incendios han evolucionado», insiste la portavoz de Greenpeace. Las expertas y los expertos coinciden en la necesidad de hacerse cargo del paisaje, pero matizan que la península ibérica es muy diversa, por lo que medidas que son útiles en una zona pueden no serlo en otra. Por esta razón, Parrilla llama a las comunidades autónomas, «que son las que tienen las competencias», a llevar a cabo políticas adaptadas a las características de cada territorio para evitar que catástrofes de semejante envergadura vuelvan a pasar.