No solo eso, también tenía bienes muy valiosos, como su palacete situado en Buckinghamshire, Inglaterra, valorado en más de 12 millones de dólares, además de una colección de coches clásicos y poco comunes, como un Rolls Royce Phantom negro de los años 70 o un Aston Martin DB5, además de una gran colección de guitarras firmadas por músicos famosos y sus propias reliquias, como partituras manuscritas, documentos, objetos personales… 

Sharon Osbourne, su esposa y mánager, y sus seis hijos, Jessica, Louis, Elliot, Aimee, Kelly y Jack son los beneficiarios principales de su legado económico. Eso sí: tendrán que cumplir una condición, una cláusula que les ata.

Ozzy Osbourne tomó medidas en su testamento para que su legado artístico no pertenezca a ninguna empresa o multinacional ajena a su familia, por lo que ésta no podrá vender sus canciones a terceros, como sí han hecho otros artistas o sus herederos.