Lucía lleva un mes comiendo de pie durante su turno. Tiene 20 años, es universitaria y cada verano desde que tenía 16 trabaja para poder ahorrar. Actualmente es camarera en un beach club en Puerto Banús, una zona de turismo de lujo ubicada en Marbella (Málaga). En muchas ocasiones, ni siquiera le permiten tener ningún tipo de descanso en su jornada de ocho horas.
«Mi encargada ha llegado a decirme que me secase las lágrimas para que los jefes no me vean llorar por las cámaras», cuenta tras relatar diversas irregularidades que se suman al agotamiento físico y mental. «Estoy aprendiendo mucho. Si esto me vuelve a ocurrir, sabré poner límites y priorizarme como persona», explica.
La historia de Lucía es una de las realidades que esconden las estadísticas. A pesar de la precariedad de la hostelería, siendo la actividad económica con el salario medio anual más bajo de España según los datos más recientes del INE ─16.985 euros en 2023─, sus trabajadores son de los que menos participan en huelgas por mejoras laborales, como recoge el Ministerio de Trabajo y Economía Social.
Los datos de sindicalización también los sitúan como uno de los menos presentes. Trabajo ofrecía datos anuales de la afiliación hasta 2010, cuando decidió eliminar la encuesta. Según esta, hace 15 años un 16% de las personas empleadas estaba afiliado a un sindicato. Dividido por sectores, la hostelería contaba con el segundo dato más bajo tras el empleo del hogar: un 8,3%.
Actualmente no existen datos actualizados de la afiliación sindical de los españoles. La cifra más reciente es de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que la situó en 2019 en un 12,5%. La suma de los datos individuales proporcionados por los propios sindicatos permiten tener una perspectiva de la situación actual. Al cierre de 2023, CCOO, UGT, CSIF, USO y CGT acumulaban 2,4 millones de afiliados, alrededor de un 11,3% de los trabajadores.
El miedo, paralizador de la sindicalización
«El problema es el miedo de la gente a irse de un trabajo que necesitan en ese momento». Jesús Soriano (38 años, València) tiene claro por qué la hostelería presenta datos tan bajos de sindicalización. Él mismo ha estado más de 20 años trabajando en el sector y en la actualidad cuenta con más de 800.000 seguidores en redes sociales con su cuenta Soy Camarero.
Comenzó hace unos ocho años publicando contenido de humor relacionado con su trabajo, hasta acabar siendo un altavoz para denunciar las irregularidades de la hostelería y «dar voz a los que no la tenían», cuenta.
A diario, Soy Camarero recibe preguntas sobre situaciones que sufren sus seguidores. Por ello, hace unos meses Soriano creó junto con CCOO un proyecto dedicado exclusivamente al sector hostelero: «Los sindicatos tienen las herramientas que yo no tengo para poder ayudar a los trabajadores».
Además de ofrecer asesoramiento gratuito en su web, las cuentas del sindicato y Soy Camarero publican videos de divulgación en redes sociales sobre las dudas laborales que más se repiten entre los mensajes que reciben. Desde el sindicato estatal denuncian la existencia de un «excesivo fraude laboral» en el sector y la necesidad de acabar con él.
A menor tamaño de la empresa, menos sindicalización
Según CCOO, de sus más de un millón de afiliados a junio de 2025, 40.802 trabajan en hostelería, turismo y juego. Marcos Gutiérrez, secretario de Política Institucional y Políticas Públicas de su Federación de Servicios, asocia la baja sindicalización del sector al tamaño de sus negocios. El INE indica que, en 2024, el 84,33% de las empresas hosteleras contaban con menos de seis asalariados. Esta realidad dificulta la actividad al ser este el mínimo necesario para tener representación colectiva mediante un delegado de personal, como recoge el Estatuto de Trabajadores.
«Esto repercute en las condiciones laborales, en las empresas grandes son claramente mejores», explica el responsable de CCOO. Tener claras las divisiones del sector de la hostelería a nivel interno también es algo esencial para Rosa Marrero, profesora del área de Sociología en la Universidad de La Laguna que ha realizado varias investigaciones sobre la hostelería y el turismo. «La restauración también tiene peores indicadores de estabilidad y tipo de jornada que el sector del alojamiento ─hoteles y apartamentos─», detalla la docente.
La restauración tiene peores indicadores de estabilidad, condiciones y tipo de jornada que el sector del alojamiento
Para Marrero, otros factores influyentes son la baja calidad laboral —la Seguridad Social recogió en junio de 2025 que solo cuatro de cada diez empleados del sector contaban con un contrato indefinido a tiempo completo— y las altas tasas de rotación con horarios en ocasiones difíciles de compaginar con la vida privada.
Según datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social y el INE, en 2024 un 0,05% de los camareros participó en una huelga. Solo tuvieron peores datos el sector primario ─agricultura, ganadería, silvicultura y pesca─ y los empleados del hogar. Esta baja participación es un constante a lo largo de los años, chocando con otros sectores con mucha mayor presencia como educación, sanidad o industria.
«La gente no se sindicaliza porque piensa que no tiene incidencia en su día a día», explica Omar Rodríguez, secretario federal de Hostelería y Turismo en UGT. Trabajadores a tiempo parcial o que solo están de paso cuentan, según Rodríguez, con una baja percepción de la importancia y la labor de estas organizaciones. En España, los convenios obtenidos por negociación colectiva —normalmente con representación sindical— cubren a todos las personas empleadas, estén afiliadas o no.
Además, los bajos sueldos propios del sector también alejan el pago de la cuota. «En muchos casos los afiliados son trabajadores que han tenido en algún momento un problema que le hemos resuelto», concluye. Para el responsable de UGT, es necesario adaptarse a la realidad de la población y aprender a divulgar de manera más efectiva las labores del sindicato, tanto en redes sociales como fuera de ellas.
Desconocimiento y necesidad económica
«Yo me dejaba manipular por tener un sueldo a final de mes». Noelia Quirós (30 años, Málaga) comenzó en la hostelería siendo muy joven y sin tener claro a lo que quería dedicarse en el futuro. Frente a las irregularidades vividas ─trabajos en negro, horas extra sin pagar o jornadas de más de 12 horas─, agachaba la cabeza y seguía trabajando. «No tenía idea de mis derechos ni de cómo actuar». Como ella, el 59% de los trabajadores de la hostelería en 2010 no tenía «nada» o «casi nada» de conocimiento sobre la actividad sindical, según datos de una encuesta de Trabajo.
Jesús Soriano también desconocía muchos de sus derechos cuando empezó. Ahora ofrece a través de su cuenta en redes la voz que él no tuvo mientras vivía situaciones de explotación. Para él, el proyecto Hostelería CCOO ofrece a los camareros un lugar donde informarse y conocer las garantías que la propia empresa en ocasiones no les cuenta. «Muchas veces el personal precarizado es gente necesitada, es o ese trabajo o te vas bajo un puente, tú y tu familia. Estos empresarios se nutren de ese miedo a ser despedido», cuenta. «Hay colectivos para los que la hostelería es su única opción, asumen esas condiciones laborales porque no les queda otra», añade Rosa Marrero.
Canarias, un ejemplo de éxito
El comienzo de año ha dado un vuelco a las estadísticas. Si en todo 2024 solo 863 camareros participaron en una huelga, en los primeros seis meses de 2025 la cifra superó las 4.700 personas. Este aumento en comparación con años anteriores se debe en gran parte a las Islas Canarias.
El 17 y el 18 de abril varios sindicatos llamaron a una huelga en el sector hostelero de Santa Cruz de Tenerife bajo el lema «Por el reparto de la riqueza. Más derechos y mejores salarios». Inicialmente, el paro iba a extenderse a Las Palmas de Gran Canaria, pero un acuerdo in extremis provocó su cancelación.
Uno de sus participantes fue Javier Fernández, camarero que llegó a la isla a finales de los 80: «En esos años Canarias empezaba a despegar, el sector era muy duro y prácticamente sin convenio». Para él, la afiliación fue imprescindible. «Tuvimos que pelear mucho, la sindicalización es la única manera de estar organizados y mejorar las condiciones laborales», cuenta.
Cuatro décadas después, Fernández es el secretario general de Sindicalistas de Base de Canarias, un sindicato que comenzó en 2013 como una escisión de la sección canaria de CCOO Servicios. Para esta nueva organización, el éxito del paro fue evidente. «Había gente que pensaba que la huelga no solucionaba nada, pero tras ella logramos llegar a un acuerdo que cumple el objetivo de recuperar el poder adquisitivo del sector», cuenta su secretario.
Según Sindicalistas de Base, este ejemplo de movilización de la hostelería se debe a la baja estacionalidad de las Islas Canarias. «Que el turismo funcione todo el año al 100% hace que estemos siempre quemados, en otros lugares el trabajador va a ganar dinero durante unos meses y a no dar mucho ruido«, detalla Fernández.
Un cambio de mentalidad
Para el secretario general de Sindicalistas de Base en Canarias, el cambio generacional viene acompañado de una nueva mentalidad. «La gente joven está menos dispuesta a aguantar ciertas condiciones», explica. Según él, es más fácil que la juventud «se rebele» y entienda que la sindicalización es importante.
«Creo que en la pandemia la gente hizo un click«, cuenta Jesús Soriano. Para el creador de Soy Camarero, ese momento fue clave para que los trabajadores del sector en condiciones fuera de la ley valoraran más su calidad de vida. «Se dieron cuenta de que no vale la pena darlo todo por un trabajo donde ni cotizaban ni cobraban lo que toca», afirma.
La pandemia fue clave para que los trabajadores comenzaran a valorar más su calidad de vida
Soriano cree que el sector de la hostelería, a pesar de ser esencial para la economía española, no suele verse como algo colectivo. Fortalecer y normalizar la sindicalización es para él la única manera de acabar de forma unida con las irregularidades. «Ahora dicen que no hay camareros, se ha dado un golpe en la mesa y la gente está exigiendo sus derechos básicos«, concluye.
Tras más de una década en ella, Noelia Quirós vive por y para la hostelería. Ha estudiado la carrera de Ciencias Gastronómicas y varios ciclos formativos que solo han aumentado su pasión por este sector. Ahora, está en una empresa que realmente la valora como persona. Echando la vista atrás, se pregunta cómo ella y sus compañeros pudieron «venderse» a la precariedad sin luchar por lo que les pertenece.