Tampoco evitó Sánchez hablar de la corrupción en sus propias filas, pero más allá del trío del Peugeot. Según dijo, el suyo sería, junto al de Rodríguez Zapatero, el Ejecutivo más limpio de toda la democracia frente a los «periodos de corrupción» de Aznar y Rajoy, pero también de González. Una venganza hacia el líder histórico de su partido, Felipe, quien ya ha dicho públicamente que si Sánchez es el candidato del PSOE en las próximas elecciones, él no votará al partido de su vida.

Lo que sí obvió el presidente del Gobierno en su repaso a las corruptelas varias es que su antecesor en el cargo, Zapatero, vio a finales de 2024 cómo la Audiencia Nacional condenaba al que fuera su embajador en Venezuela, Raúl Morodo, por un delito fiscal. El alto cargo cobraba junto a su hijo comisiones millonarias a la petrolera estatal del país de Maduro por asesorías ficticias a la compañía que nunca se realizaron.