¿Es Depardieu la punta del iceberg? El #MeToo sacude al cine francés y abre una brecha generacional con las feministas de los 70
Un nuevo capítulo en el #MeToo del cine francés. La oleada de denuncias de violencia machista en el séptimo arte galo va más allá del actor Gérard Depardieu, imputado por violación, acusado por cerca de una veintena de mujeres de agresiones sexuales y denunciado por cuatro de ellas. Este viernes se ha conocido la cuarta denuncia, presentada en enero por una asistenta quien sufrió presuntos “manoseos” y “comentarios indecentes” durante un rodaje en 2014. Aparte del mediatiquísimo caso del “Monstruo”, otros dos conocidos cineastas han sido acusados recientemente en Francia: Benoît Jacquot, 77 años, y Jacques Doillon, de 79 años.
La actriz y directora Judith Godrèche, de 51 años, ha denunciado a Jacquot y Doillon —dos reputados creadores del cine independiente francés que siguieron la estela de la Nouvelle Vague— de haber abusado de su posición de poder para supuestamente violarla y agredirla sexualmente cuando ella tenía 14 y 15 años. El 6 de febrero, presentó una denuncia contra el autor de ‘Adiós a la reina’ “por violaciones y agresiones violentas sobre una menor de menos de 15 años”. Jacquot no solo ha negado estas acusaciones, sino que también se ha burlado de ellas atribuyéndolas “a la promoción” de la serie autobiográfica ‘Icon of French Cinema’, estrenada a finales de diciembre en la cadena Arte.
“Un punto de inflexión en el cine en Francia”
La ‘Nouvelle Vague’ entronizó al director de cine como autor y creador todopoderoso, lo que favoreció las situaciones de dominación
Los últimos testimonios de actrices han coincidido con la noticia del enjuiciamiento del director Christophe Ruggia por la denuncia de “una agresión sexual sobre una menor de 15 años” de la intérprete Adèle Haenel. Esta reputada intérprete, de 34 años, quien anunció en mayo que dejaba el cine por su funcionamiento “reaccionario, racista y patriarcal”, fue una de las precursoras de este movimiento. Hizo correr ríos de tinta al irse de la gala de los César al grito de “es una vergüenza” por los galardones dados al cineasta polaco Roman Polanski, acusado de violaciones o agresiones sexuales por más de una decena de mujeres.
Cuando Noémi Kocher denunció en 2001 por acoso sexual al director Jean-Claude Brisseau, los medios, especialmente progresistas como Libération o Les Inrocks, se pusieron del lado del agresor
Kocher también fue una de las precursoras del este #MeToo, tras haber denunciado en 2001 por acoso sexual al director Jean-Claude Brisseau, condenado en 2005 por ello. Pese haber logrado que condenaran a su agresor, ella recuerda el “sufrimiento, equivalente al de la agresión” que supuso el tratamiento mediático de su caso. Los medios —especialmente progresistas como Libération o Les Inrocks— se pusieron del lado del agresor.
“A las actrices siempre les ha costado que las escucharan. Cuando son poco conocidas y denuncian algún tipo de agresión sexual, se las acusa de hacerlo para darse a conocer. Y cuando lo hace una celebridad, le reprochan que lo hace porque busca casito”, lamenta la actriz Nathalie Mann, una de las fundadoras de la asociación AAFA. Respecto a los abusos sexuales en el cine, “creo que hay una especificidad francesa relacionada con la Nouvelle Vague”, sostiene Kocher. Según esta intérprete suizo-canadiense, esa corriente artística “entronizó al director de cine como autor y creador todopoderoso, lo que favoreció las situaciones de dominación”.
En diciembre, las acusaciones contra el conocido actor dividieron al séptimo arte en Francia. Hubo tribunas de personalidades de la cultura, mayoritariamente veteranas, que salieron en su defensa. Pero también otras peticiones, con un respaldo mayor, que lo criticaron. Una situación parecida se ha reproducido ahora con el caso de Jacquot y Doillon. La actriz Anny Duperey, de 76 años, ha considerado que estas acusaciones resultan “muy exageradas” y representan “una caza de brujas”. “Hay una cuestión generacional”, considera Mendez. “Las feministas de la vieja guardia consideran que como lograron el derecho al aborto y la píldora anticonceptiva llegaron al final del combate. Pero nosotras queremos continuar con ello hasta que haya una igualdad real”, concluye.