El Getafe desquicia al Girona, que encadena su cuarta derrota fuera de Montilivi
Extraño anda el equipo de Míchel cada vez que abandona su hogar. Perdió con el Madrid (4-0), caía luego en el nuevo San Mamés con el Athletic (3-2), se derrumbaba en Mallorca (1-0), idéntico resultado que delata que el problema se encuentra cuando sale de su casa. “No tengo palabras para describir esta derrota”, decía un desconsolado Savinho, a quien no le servía de nada ser elegido como el mejor del partido.
“No tengo palabras para describir esta derrota”
El encuentro arrancó antes de las 18.30, hora fijada para su inicio. Empezó en la pizarra de Bordalás, que modificó toda la estructura de su Getafe para salir con un once repleto de centrocampistas sin un solo delantero puro. Quedó Óscar como el jugador más avanzado.
Con ese inesperado paisaje se puso el balón en marcha. No estaba cómodo el conjunto de Míchel, enredado en un partido que ya vio tres amarillas (Savinho, Aleix García, Alderete, aunque se llegó a revisar en el VAR si era roja) cuando no se había llegado ni al primer cuarto de hora. Esa incomodidad era latente en el Girona porque se jugaba el encuentro que había diseñado Bordalás en la pizarra, simbolizado en el asedio que sentía Portu cada vez que tenía el balón cerca de sus botas.
Dovbyk no acierta
Transcurrían los minutos y el Getafe, obviamente, se iba sintiendo feliz porque había desactivado a su rival, al que dejó sin chutar a puerta en la primera mitad. Si acaso, esa acción a balón parado descolgada por Blind para un disparo que topó con un ejército de piernas azules, frustrando que cruzara la línea de gol. Y, al mismo tiempo, Dovbyk ha perdido su ángel. Portu lo dejó solo ante David Soria y su tiro se marchó fuera.
Ese 1-0 estimuló, ahora sí, al Girona, que elevó su nivel de juego. No era difícil. Mejoró, pero empeoró su puntería. Dovbyk no es Dobvyk. Y tanto el ucraniano como Portu (dos disparos, dos fuera), como Aleix García (uno, uno fuera) y Pablo Torre (uno, uno fuera) retrataban esa ineficacia. Ese caudal ofensivo llegó, todo hay que decirlo, después del gol de Yellu, momento en que se visualizó el enfado de Míchel, quien ordenó calentar (m. 34) a tres jugadores (Stuani, Valery y Solís), indignado con la desidia de su equipo.O sea, desde el minuto 37 al 45+3), mucha amenaza, pero ni un rasguño.
Con menos, el Getafe sí rasgó, y de verdad, al Girona, quien entró en la segunda mitad con más energía. No le quedaba otro remedio. Míchel intervino pronto desde la banda. Sacó a Aleix, que tenía tarjeta amarilla y no andaba nada fino, para colocar a Solís en el eje del juego de su equipo, mientras el ataque se desplazaba hacia la banda derecha hipnotizado por la velocidad y potencia de Yan Couto, quien quebró hasta los músculos de un fatigado Gastón Álvarez, que se vio obligado a pedir el cambio.
Con el regate de Savinho no alcanzó
Y hasta Savinho se animó en el otro costado, mientras el partido se ensuciaba en pérdidas de tiempo e interrupciones constantes, todo muy ‘bordalasiano’. Aún así, Dobvyk empezó a despertar (dos disparos en un minuto, ambos atrapados por David Soria) porque Míchel había hecho girar el partido. La pizarra era suya. Y el partido, también. ¿El resultado? No, aún no.
Se iba agotando la noche en el sur de Madrid cuando Míchel sacó a Stuani para reunirlo junto a Dovbyk, enviando a Savinho a la banda derecha para hacerle hueco al habilidoso Jastin en la izquierda. Pero un error de Solís permitió a Mata quedarse solo con tiempo más que suficiente para soltar un derechazo repelido felinamente por Gazzaniga. Ese era el retrato del partido.
“No merecimos la derrota. Nuestra exigencia es la Champions, ese es el objetivo. Tenemos una oportunidad histórica y jugadores para hacerlo. Si no lo hacemos, para mí sería un golpe muy duro”
Mandaba el Girona, pero quien llegaba con peligro era el Getafe hasta que Dovbyk se topó, de nuevo, contra Dovbyk, estropeando un preciso centro de Savinho. Y ni con los dos nueves alcanzó el gol, por lo que se marcha derrotado de Getafe como le pasó en Madrid, Bilbao y Mallorca. Pero Míchel dejó un mensaje contundente tras la caída. “No merecimos la derrota. Nuestra exigencia es la Champions, ese es el objetivo. Tenemos una oportunidad histórica y jugadores para hacerlo. Si no lo hacemos, para mí sería un golpe muy duro. Tengo plantilla para estar en esa pelea y conseguirla”.