Una novela sobre Gala Placidia, reina de godos y emperatriz de Roma, gana el Premio Edhasa de Narrativas Históricas
Gala Placidia fue reina de los godos y emperatriz de Roma; hija, esposa y madre de emperadores, fue secuestrada (e intercambiada por comida) por los godos en el siglo V, en una época turbulenta para el Imperio Romano cuando éste se estaba desmoronando con la llegada de los bárbaros, dividido entre occidente y oriente y con la Iglesia amenazada por la irrupción del arrianismo. “Vivió en un momento de cambio, de final de etapa y principio de otra, en la que Europa empezó a reconfigurarse en lo que acabarían siendo las tribus de germánicos, francos o helvéticos”, explica Corral.
Elia Gala Placidia nació, se supone, en Constantinopla hacia el año 389. Hija del emperador Teodosio I el Grande, fue educada como princesa y se casó con el gran general de las legiones Estilicón. Cuando los godos acamparon a las puertas de Roma en el año 410 liderados por Alarico para saquearla, la tomaron a ella como rehén dentro del tratado de paz. Cuatro años más tarde contrajo matrimonio con Ataúlfo, sucesor de Alarico, y pasó de esclava o prisionera a reina de los godos. Corral sostiene que se casó enamorada de su secuestrador. La felicidad no le duró mucho: se quedó embarazada y perdió a su primer hijo al poco de nacer y después a su marido, Ataúlfo, asesinado.
Devuelta de nuevo al Imperio como moneda de cambio, su hermano Honorio la casó con el futuro Constancio III. Pero su muerte prematura, otra más en la vida de Placidia, a los siete meses de reinado, y las sospechas de conspiración que cayeron sobre ella la obligaron a huir a Constantinopla con sus dos hijos, Honoria, y Valentiniano. Este último acabaría siendo reconocido como emperador de Occidente, lo que convirtió a Gala en regente del Imperio hasta la mayoría de edad de su hijo. A Corral le atrajo especialmente “la vida llena de vicisitudes y aventuras de esta mujer tan especial, que reclamaba una novela, y que a pesar de tantas penalidades nunca perdió su dignidad romana”.