Lamine Yamal deslumbra y se pasea en la casa de Vinicius
Se levantó Lamine Yamal y volvió a pedir la pelota, sin miedo alguno a las patadas. Al primer cuarto de hora, no era la noche contra el racismo que enarbola Vinicius sino la noche en que el niño de La Masia inclinó el juego de España hacia la banda derecha. Hacia su hogar, allí donde este niño atrajo todas las miradas.
A la media hora, ya se habían escuchado miles de murmullos de admiración de los aficionados, no importaban las banderas, sintiendo que estaban descubriendo algo asombroso. Esa jugada en la que esquivó a dos brasileños con tres regates eléctricos de un chico que tiene 16 años. No está de más recordar su edad, por mucho que se sepa. Pero quien lo vea en el campo jamás pensaría que ese adolescente juega como si llevara toda las vida actuando en templos como el reluciente Bernabéu.
Iban a ver a Vinicius y se toparon con la magia de Lamine Yamal, capaz de completar una primera mitad irreprochable. Hipnótico cada vez que tocaba el balón: tres regates hechos, tres buenos (100%). Preciso en el pase firmando con éxito siete de los ocho que intentó (88%), además de creativo como en la asistencia que le regaló a Dani Olmo en el 2-0.
El pulso Endrick-Lamine
Aunque, en realidad, el gol pertenece al delantero del Leipzig, anónimo en el fútbol español, pero de inmensa calidad como demostró quebrando en una baldosa a dos defensas brasileños, a quienes sentó Olmo con un par de genialidades.