Jaime Martín: “Me gusta hurgar en la parte fea del ser humano”
Martín (L’Hospitalet de Llobregat, 1966) venía de terminar la trilogía familiar sobre sus padres, sus abuelos y su propia juventud, ‘Las guerras silenciosas’, ‘Jamás tendré 20 años’ (Premio del Salón del Cómic 2017) y ‘Siempre tendremos 20 años’. “No quería estirar el chicle de lo autobiográfico y me apetecía acercarme al terror, hurgar en la parte fea del ser humano, me gusta hacerlo. Y además tenía ganas de dibujar naturaleza”.
Mujeres, la parte débil
En ese mundo patriarcal, cerrado, hipócrita, desconfiado y duro de alta montaña, donde la convivencia entre vecinos no es precisamente buena, es donde “las mujeres eran las que estaban sujetas con puño de hierro, eran la parte más débil de la sociedad, y sufrían con más crudeza ese ambiente opresivo que cortaba sus intentos de escapar de los convencionalismos”. Y las ‘trementinaires’ eran los personajes idóneos en ese escenario. “En el resto de España tenían otros nombres. Curaban con preparados de hierbas, asistían partos y acompañaban a los moribundos… Hacían la labor de los médicos, que difícilmente llegaban a las zonas rurales, y cuando no había dinero para pagarles -relata-. Debían ser autosuficientes, porque en los pueblos aislados en pleno invierno, alguien debía saber afrontar la rotura de una extremidad o una enfermedad. Solían vivir solas y no creían en el dogma de la Iglesia sino en los hechos: sabían si una planta va bien o no a base de prueba error. Iban de pueblo en pueblo vendiendo sus remedios. Eran muy solidarias entre ellas, habían tejido una red de apoyo”. La última que se recuerda dejó el oficio en 1984.
“Todos tenemos claro que el mundo se va a ir al carajo por un motivo u otro”