La contracrónica del Barça-Real Sociedad: cantar contra el aburrimiento
Los mensajes de la modernidad son otros: los minutos de silencio y el número de asistentes al estadio, tal que fuera una divulgación útil y necesaria para los aficionados. Acudieron, por cierto, 35.829 espectadores. Información de servicio: la cuarta más baja de la temporada, después de la del Valencia y su diluvio (30.167), también en lunes, después del fiasco del Bernabeu, y las registradas ante el Atlético (34.568) y el Almería (34.471).
Alusiones a Madrid y Espanyol
Cantaron como siempre, las estrofas y los cánticos habituales, y entre ellos, por supuesto, las alusiones al Madrid y al Espanyol, rivales inveterados. Ya se sabe. Palabras nada amables, mas bien despectivas, tampoco originales, y que se repiten en todos los campos con el cambio de nombre del club en función de las rivalidades. En algunos casos, lo sabe el Barça, se incluye la catalanidad como motivo adicional de desprecio.
El club no puede permitirse las multas que suele imponer la Comisión Antiviolencia a instancias de los informadores de LaLiga. El aviso es demostrativo, al menos, del celo del Barça para velar por la formalidad de sus aficionados y evitar el castigo de los miles de euros que recauda la patronal. En el cancionero, hubo el pasaje “Barça, sí, Laporta no” y reapareció el de “independència”, de bajo volumen; se estudia si por el peso de la extranjería en la grada o por el influjo de la votación del domingo.
Otro tono con Lamine Yamal
Cantó el culé para entretenerse a falta de fútbol. Cantó con otro tono después de los dos avisos. La advertencia surtió efecto, pero seguramente ejerció mayor influencia el gol de Lamine Yamal. Ese sí fue un cántico unánime, saludable, feliz de toda la grada. Un fogonazo de inspiración del adolescente, que se merece una tonadilla especial y exclusiva para él. Lleva tiempo en el primer equipo y acumula méritos suficientes después de siete goles esta temporada.
Nadie como Lamine, como los goles, como el buen fútbol para arrancar el alborozo de miles de personas sin necesidad de acordarse del otro. Queda solo un partido en Montjuïc, el domingo ante el Rayo. Tal vez sea una fiesta mejor. Con que sea una fiesta, basta.